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En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
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En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
Era una verdad universal que el hombre no se alimenta solo de conocimientos. No, el organismo sigue necesitando alimentos de los que extraer nutrientes y por desgracia para Eri, se había dado cuenta de que faltaban alimentos en su nevera a última hora de la noche.
De modo que, muy a su pesar, se imponía una visita a la Convinience Store de la esquina. La única tienda con comestibles abierta a las 9 de la noche.
Eso implicaba dos cosas que la molestaban sobremanera: la primera, abandonar la cómoda calidez de su hogar y enfrentarse a los 11ºC que según su barómetro de pared hacía en esos momentos en la calle (este año estaba siendo el otoño más frío en los últimos 10 años, pero hoy la prevision del tiempo era más fria aún); la segunda, tener que lidiar con gente desconocida en un espacio reducido.
Lo único que la consolaba era la certeza de que, debido a la hora intempestiva, un porcentaje bastante alto de los clientes de la tienda tendrían tanta prisa como ella y por tanto no estarían interesados en entablar una conversación. A menos que le tocara una cajera cotilla. No sabía si la de esa tienda en particular sería de esas, pero ya había lidiado en el pasado con gente así y siempre le hacían sentir incómoda…
Lo cierto es que Eri había hasta ahora conseguido evitar ese tipo de situaciones; casi todas sus necesidades básicas las tenía cubiertas mediante pedidos por internet, lo que incluía los comestibles, que siempre le llegaban todos los miércoles. El repartidor ya se había acostumbrado a dejar las bolsas en el suelo de la entrada y a coger el dinero que Eri dejaba previamente en un platillo encima del guardazapatos (siempre el importe exacto, nunca dejaba propina)
Pero esa semana, había estado demasiado distraída. No por su trabajo (que siguió realizando de forma diligente como siempre) sino por una discusión en un foro de ciencias que frecuentaba, acerca de las partículas de bolsón. Tanto se había sumergido esa semana en el tema (chateando con expertos también habituales del foro, buscando y leyendo libros especiealizados de la biblioteca) que había descuidado hacer la lista de la compra a principios de semana y hacer el pedido el martes. Y hela aquí, un viernes por la noche a las 9:14 minutos, sin nada sólido para cenar y remugando sobre la necesidad, desagradable pero imperiosa, de entrar en una tienda física porque, muy convenientemente, el supermercado donde habituaba a hacer el pedido online no hacía entregas en fin de semana.
‘De nada me sirve quejarme ahora’, concluyó mientras se ponía a toda prisa su parka y unas botas altas. ‘Bajaré a comprar y que sea lo que tenga que ser’
Y ya preparada cerró la puerta de su apartamento tras de sí.
El Convini estaba a apenas un par de manzanas de su complejo de apartamentos, pero Eri estuvo a punto de dar media vuelta y desandar lo andado cuando al doblar la esquina una ráfaga repentina de viento helado casi se la lleva. ‘Si no fuera porque no tengo nada para cenar…’ pensó con desgana al tiempo que atravesaba las puertas automáticas.
Un pequeño suspiro de alivio escapó de sus labios al ver que apenas había 6 personas en el interior de la tienda, incluyendo al cajero, un chico que probablemente sería de una edad cercana a la suya y que revisaba el móvil con desgana, sin prestar demasiada atención a los clientes que revisaban los estantes.
‘Nada de cajeras cotillas… bien.’
Ya más relajada, cogio una de las cestas de plástico de la entrada y empezó a meter en ella las cosas que necesitaba con más urgencia. Tenía ya la lista pensada antes de venir y memorizada, de modo que iba relativamente rápido. Lasaña congelada... verduras envasadas al vacío... melocotones en almíbar.... una tableta de chocolate... no, mejor dos. Pechuga de pollo fileteada, algas nori, atun en lata, 2 litro de leche, huevo líquido... Ya sólo faltaba el arroz pero ¿dónde...?
Encontró, después de buscar con la mirada, los paquetes de arroz en un estante un poco alto a su izqierda. Alargó la mano para cogerlo...
De modo que, muy a su pesar, se imponía una visita a la Convinience Store de la esquina. La única tienda con comestibles abierta a las 9 de la noche.
Eso implicaba dos cosas que la molestaban sobremanera: la primera, abandonar la cómoda calidez de su hogar y enfrentarse a los 11ºC que según su barómetro de pared hacía en esos momentos en la calle (este año estaba siendo el otoño más frío en los últimos 10 años, pero hoy la prevision del tiempo era más fria aún); la segunda, tener que lidiar con gente desconocida en un espacio reducido.
Lo único que la consolaba era la certeza de que, debido a la hora intempestiva, un porcentaje bastante alto de los clientes de la tienda tendrían tanta prisa como ella y por tanto no estarían interesados en entablar una conversación. A menos que le tocara una cajera cotilla. No sabía si la de esa tienda en particular sería de esas, pero ya había lidiado en el pasado con gente así y siempre le hacían sentir incómoda…
Lo cierto es que Eri había hasta ahora conseguido evitar ese tipo de situaciones; casi todas sus necesidades básicas las tenía cubiertas mediante pedidos por internet, lo que incluía los comestibles, que siempre le llegaban todos los miércoles. El repartidor ya se había acostumbrado a dejar las bolsas en el suelo de la entrada y a coger el dinero que Eri dejaba previamente en un platillo encima del guardazapatos (siempre el importe exacto, nunca dejaba propina)
Pero esa semana, había estado demasiado distraída. No por su trabajo (que siguió realizando de forma diligente como siempre) sino por una discusión en un foro de ciencias que frecuentaba, acerca de las partículas de bolsón. Tanto se había sumergido esa semana en el tema (chateando con expertos también habituales del foro, buscando y leyendo libros especiealizados de la biblioteca) que había descuidado hacer la lista de la compra a principios de semana y hacer el pedido el martes. Y hela aquí, un viernes por la noche a las 9:14 minutos, sin nada sólido para cenar y remugando sobre la necesidad, desagradable pero imperiosa, de entrar en una tienda física porque, muy convenientemente, el supermercado donde habituaba a hacer el pedido online no hacía entregas en fin de semana.
‘De nada me sirve quejarme ahora’, concluyó mientras se ponía a toda prisa su parka y unas botas altas. ‘Bajaré a comprar y que sea lo que tenga que ser’
Y ya preparada cerró la puerta de su apartamento tras de sí.
El Convini estaba a apenas un par de manzanas de su complejo de apartamentos, pero Eri estuvo a punto de dar media vuelta y desandar lo andado cuando al doblar la esquina una ráfaga repentina de viento helado casi se la lleva. ‘Si no fuera porque no tengo nada para cenar…’ pensó con desgana al tiempo que atravesaba las puertas automáticas.
Un pequeño suspiro de alivio escapó de sus labios al ver que apenas había 6 personas en el interior de la tienda, incluyendo al cajero, un chico que probablemente sería de una edad cercana a la suya y que revisaba el móvil con desgana, sin prestar demasiada atención a los clientes que revisaban los estantes.
‘Nada de cajeras cotillas… bien.’
Ya más relajada, cogio una de las cestas de plástico de la entrada y empezó a meter en ella las cosas que necesitaba con más urgencia. Tenía ya la lista pensada antes de venir y memorizada, de modo que iba relativamente rápido. Lasaña congelada... verduras envasadas al vacío... melocotones en almíbar.... una tableta de chocolate... no, mejor dos. Pechuga de pollo fileteada, algas nori, atun en lata, 2 litro de leche, huevo líquido... Ya sólo faltaba el arroz pero ¿dónde...?
Encontró, después de buscar con la mirada, los paquetes de arroz en un estante un poco alto a su izqierda. Alargó la mano para cogerlo...
Eri Misaki- Policia
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
Hacía poco tiempo que llevaba en la tierra pero debía reconocer que era mucho más divertido que simplemente estar observando todo el rato, poder tener una vida medianamente normal y ¿Quién sabe? Quizá incluso enamorarse, formar una familia y todas esas cosas que hace la gente ¿No? Pero tiempo al tiempo, por ahora había conseguido una casa normal y un trabajo normal, era una buena forma de comenzar su nueva vida. Y como toda persona normal y corriente, tenía sus pequeños problemas de la vida diaria que suelen sacar de quicio al más tranquilo, pero incluso eso para ella era divertido porque le hacía sentir una más. En ésta ocasión, el problema que se le había presentado era referente al más primitivo de los instintos y el más importante para cualquier ser vivo, la alimentación.
Antes de salir de casa, se había dado cuenta de que le quedaba muy poca comida, puesto que iba al instituto no pudo ir a comprar cuando lo vio de modo que tuvo que esperar a cuando le tocase volver, pero para cuando iba de regreso a casa ya era un poco tarde para ir al supermercado o a cualquier otra tienda, sólo podía ir a algunos pocos lugares que permanecían abiertos incluso a altas horas. Como de costumbre, Jubileus estaba sonriente y alegre, siempre positiva y animada pese a todo, pero claro, para ella era como vivir en una película. Vestida con un chándal y una camisa de tiras blanca, había estado haciendo deporte la mayor parte del día -puesto que era profesora de educación física- y a ella no le gustaba mucho eso de quedarse quieta diciendo lo que tienen que hacer, ella prefería demostrarlo y seguirles para alentarlos a que lo hagan mejor. Así entró en el primer lugar de comestibles abierto que encontró, ni siquiera se fijó en el nombre ni nada, solo miró que vendían comestibles y que estaba abierto, así que entró sin pensarlo demasiado.
Una vez dentro comenzó a mirar todo, no sabía qué comprar, ¿Qué comería esa noche? ¿Y al día siguiente? No se le había ocurrido la brillante y genial idea de hacer una lista de lo necesario, de lo que le faltaba o de lo que le apetecía para comer los próximos días, aunque quizá fuese a comer a algún restaurante, eso solían hacer los humanos… ¿No? Andaba por los pasillos de la tienda observando todo lo que había por ahí, había toda clase de cosas con nombres de lo más extraños y que no había visto antes, “ramen”, “pizza”... -¿Lasag… lasann… lasanía?- Trataba de leer torpemente, en su vida había visto una lasaña, ni sabía qué era eso pero tenía buena pinta así que cogió una y continuó su camino por los interminables pasillos de la tienda, parecía más pequeña desde fuera pero una vez dentro no se acababa nunca. Siguió mirando hasta que vio algo que si conocía mejor y que le dio una idea para la comida del día siguiente, arroz, sabroso arrocito que ya estaba cocinando en su mente. Fue a coger uno de los paquetes cuando vio que alguien más trataba de alcanzar uno un poco alto, de modo que cogió dos y le cedió uno a la chica que estaba a su lado. -Ten, éste era el que querías ¿No?- Preguntó por si acaso se hubiera equivocado pero siempre con una sonrisa de júbilo… si, de ahí venía su nombre, de esa palabra. No estaba demasiado acostumbrada a eso de relacionarse con otras personas por lo que a veces podía cometer pequeños errores al comprender ciertas expresiones, el sarcasmo y cosas por el estilo, pero en cuanto a iniciar conversaciones se podía decir que no tenía problemas, era muy sociable.
Entonces bajó la mirada, la chica también había estado haciendo una compra de última hora al parecer y al igual que ella había cogido una de esas cosas de nombre extraño, no pudo resistir la tentación de preguntar. -¡Oh! Tú también has comprado una de esas “lasanías”... ¿Como es? ¿Está muy rico? Yo es la primera vez que lo compro.- Ni siquiera lo podía pronunciar bien pero al menos lo intentaba, le gustaba probar de todo aunque luego no le gustara, en realidad lo que más le gustaba era experimentar todas esas cosas que eran tan normales entre los seres en general, porque sabía que no solo había humanos… bueno, lógico que lo supiera, ¿No?
Antes de salir de casa, se había dado cuenta de que le quedaba muy poca comida, puesto que iba al instituto no pudo ir a comprar cuando lo vio de modo que tuvo que esperar a cuando le tocase volver, pero para cuando iba de regreso a casa ya era un poco tarde para ir al supermercado o a cualquier otra tienda, sólo podía ir a algunos pocos lugares que permanecían abiertos incluso a altas horas. Como de costumbre, Jubileus estaba sonriente y alegre, siempre positiva y animada pese a todo, pero claro, para ella era como vivir en una película. Vestida con un chándal y una camisa de tiras blanca, había estado haciendo deporte la mayor parte del día -puesto que era profesora de educación física- y a ella no le gustaba mucho eso de quedarse quieta diciendo lo que tienen que hacer, ella prefería demostrarlo y seguirles para alentarlos a que lo hagan mejor. Así entró en el primer lugar de comestibles abierto que encontró, ni siquiera se fijó en el nombre ni nada, solo miró que vendían comestibles y que estaba abierto, así que entró sin pensarlo demasiado.
Una vez dentro comenzó a mirar todo, no sabía qué comprar, ¿Qué comería esa noche? ¿Y al día siguiente? No se le había ocurrido la brillante y genial idea de hacer una lista de lo necesario, de lo que le faltaba o de lo que le apetecía para comer los próximos días, aunque quizá fuese a comer a algún restaurante, eso solían hacer los humanos… ¿No? Andaba por los pasillos de la tienda observando todo lo que había por ahí, había toda clase de cosas con nombres de lo más extraños y que no había visto antes, “ramen”, “pizza”... -¿Lasag… lasann… lasanía?- Trataba de leer torpemente, en su vida había visto una lasaña, ni sabía qué era eso pero tenía buena pinta así que cogió una y continuó su camino por los interminables pasillos de la tienda, parecía más pequeña desde fuera pero una vez dentro no se acababa nunca. Siguió mirando hasta que vio algo que si conocía mejor y que le dio una idea para la comida del día siguiente, arroz, sabroso arrocito que ya estaba cocinando en su mente. Fue a coger uno de los paquetes cuando vio que alguien más trataba de alcanzar uno un poco alto, de modo que cogió dos y le cedió uno a la chica que estaba a su lado. -Ten, éste era el que querías ¿No?- Preguntó por si acaso se hubiera equivocado pero siempre con una sonrisa de júbilo… si, de ahí venía su nombre, de esa palabra. No estaba demasiado acostumbrada a eso de relacionarse con otras personas por lo que a veces podía cometer pequeños errores al comprender ciertas expresiones, el sarcasmo y cosas por el estilo, pero en cuanto a iniciar conversaciones se podía decir que no tenía problemas, era muy sociable.
Entonces bajó la mirada, la chica también había estado haciendo una compra de última hora al parecer y al igual que ella había cogido una de esas cosas de nombre extraño, no pudo resistir la tentación de preguntar. -¡Oh! Tú también has comprado una de esas “lasanías”... ¿Como es? ¿Está muy rico? Yo es la primera vez que lo compro.- Ni siquiera lo podía pronunciar bien pero al menos lo intentaba, le gustaba probar de todo aunque luego no le gustara, en realidad lo que más le gustaba era experimentar todas esas cosas que eran tan normales entre los seres en general, porque sabía que no solo había humanos… bueno, lógico que lo supiera, ¿No?
Jubileus- Ciudadano
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
Eri se quedó momentáneamente paralizada cuando la mujer que había a su lado cogió el paquete de arroz que intentaba alcanzar y lo sostubo frente su cara. Sabía que ella sólo quería ayudarla pero ¿de verdad era necesario acercarse tanto?
'Maldita sea, casi hubiera preferido la cajera cotilla...'
Sin atreverse a mover ni un musculo, se limitó a observar a la extraña de reojo; era bastante alta, esbelta, y a juzgar por las bien torneadas piernas y ligera musculatura de los brazos, hacía ejercicio con regularidad. Muy rubia, piel clara, seguramente extranjera. Y los ojos... ¿azul y... rojo? Nunca había oído ni leido nada acerca de heterocromias en las que uno de los ojos fuera de un rojo tan intenso. Quizás fuese una mutación rara del marrón... tendría que investigarlo más tarde.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la mujer volvió a hablar para preguntarle acerca de la... ¿"lasanía"? ¿"LASANÍA"? ¿Qué clase de ... ignorante destrozaba el idioma de esa manera? Y eso de que no había probado jamás la lasaña ¿es que había vivido bajo una roca las últimas décadas?
Tenía que estarla tomando el pelo. O eso o se estaba haciendo la tonta para entablar conversación con ella, algo que NO deseaba. Se encaró a ella con el ceño fruncido.
- Para su información se pronuncia "lasaña". En italiano la palabra se deletrea "L-A-S-A-G-N-A" - dijo muy seria - Y además es una palabra llana, no aguda, así que la acentuación se hace en la segunda sílaba, no en la última. Y respondiendo a su pregunta, es un plato tipico de la cocina italiana, que consiste en una media de 3-4 capas de masa de pasta intercaladas con carne picada y tomate, cubiertas de salsa bechamel que se prepara en el horno. Sobre el sabor, eso depende de quien la haga y quien la prueba. En mi opinión es un alimento bastante completo, de sabor suele ser pasable. Si quiere hacerse una idea le sugiero que la pruebe usted misma, porque es bastante obvio que no tenemos los mismos gustos.
Le dio la espalda a su interlocutora queriendo dar por zanjada la conversación... hasta que cayó en la cuenta de algo y se volvió de nuevo a ella para cogerle bruscamente el paquete de arroz que aún sostenía.
- Y sí, ése era el que quería. Gracias. - concluyó esta vez con la firme intención de marcharse.
'Maldita sea, casi hubiera preferido la cajera cotilla...'
Sin atreverse a mover ni un musculo, se limitó a observar a la extraña de reojo; era bastante alta, esbelta, y a juzgar por las bien torneadas piernas y ligera musculatura de los brazos, hacía ejercicio con regularidad. Muy rubia, piel clara, seguramente extranjera. Y los ojos... ¿azul y... rojo? Nunca había oído ni leido nada acerca de heterocromias en las que uno de los ojos fuera de un rojo tan intenso. Quizás fuese una mutación rara del marrón... tendría que investigarlo más tarde.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la mujer volvió a hablar para preguntarle acerca de la... ¿"lasanía"? ¿"LASANÍA"? ¿Qué clase de ... ignorante destrozaba el idioma de esa manera? Y eso de que no había probado jamás la lasaña ¿es que había vivido bajo una roca las últimas décadas?
Tenía que estarla tomando el pelo. O eso o se estaba haciendo la tonta para entablar conversación con ella, algo que NO deseaba. Se encaró a ella con el ceño fruncido.
- Para su información se pronuncia "lasaña". En italiano la palabra se deletrea "L-A-S-A-G-N-A" - dijo muy seria - Y además es una palabra llana, no aguda, así que la acentuación se hace en la segunda sílaba, no en la última. Y respondiendo a su pregunta, es un plato tipico de la cocina italiana, que consiste en una media de 3-4 capas de masa de pasta intercaladas con carne picada y tomate, cubiertas de salsa bechamel que se prepara en el horno. Sobre el sabor, eso depende de quien la haga y quien la prueba. En mi opinión es un alimento bastante completo, de sabor suele ser pasable. Si quiere hacerse una idea le sugiero que la pruebe usted misma, porque es bastante obvio que no tenemos los mismos gustos.
Le dio la espalda a su interlocutora queriendo dar por zanjada la conversación... hasta que cayó en la cuenta de algo y se volvió de nuevo a ella para cogerle bruscamente el paquete de arroz que aún sostenía.
- Y sí, ése era el que quería. Gracias. - concluyó esta vez con la firme intención de marcharse.
Eri Misaki- Policia
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
La chica no parecía muy alegre en contraste con Jubileus que siempre estaba sonriendo, totalmente al contrario, parecía incluso molesta, por lo que la rubia retrocedió un paso para dejar algo de espacio, quizá le había molestado el repentino acercamiento y no le gustaba ser la causa de una molestia. La cosa no parecía mejorar cuando ésta respondió a las preguntas de Jubileus, definitivamente le había molestado de alguna manera y por la forma que le corrigió seguramente tenía relación con su mala pronunciación de algo que no había visto antes, aún cuando hablaba perfectamente el Italiano. Se llevó una mano a la nuca mientras escuchaba la explicación de la joven, algo arrepentida de haberla molestado a causa de su ignorancia sobre la comida italiana, pero incluso ella aprendía algo nuevo cada día. “Nunca te acostarás sin aprender algo nuevo” decían algunos, y tenían razón sin duda, a Jubileus aún le quedaba mucho por aprender del mundo en el que recientemente había comenzado a vivir, pero no podía decirle eso a la chica, prefería mantener su verdadera identidad en secreto por varias razones, mas enumerarlas todas llevaría toda una semana.
Se inclinó ligeramente a modo de disculpa por su error antes de disculparse -propiamente dicho- por su error. -Vaya, lo siento por molestarte, culpa mía. Lasaña, lasaña… ¡No volveré a equivocarme!- Repitió para sí tratando de memorizarlo, ahora que sabía cómo se pronunciaba correctamente y que se trataba de un plato italiano no tendría problemas de recordarlo, esperaba que estuviera tan bueno como parecía en la foto del paquete. -A veces me hago un lío con el idioma, debo de haber parecido una inepta total.- Comentó sonriendo aunque lo decía en serio, pero quería relajar un poco el ambiente y parecer algo normal, quizá una extranjera que lleva poco tiempo en el lugar y aún no se acostumbraba del todo -aunque eso es precisamente lo que era-. Sin embargo, si que parecía extraño que no hubiese probado nunca la Lasaña esa, ¿Tan común era? eso iba a ser algo más complicado de disimular y era bastante obvio que la miraba con incredulidad ante esa afirmación de que no la había probado nunca.
Por un momento, la chica casi se marchaba sin el paquete de arroz por el cual habían comenzado la conversación, que por otro lado había comenzado con el pie izquierdo y la verdad no le gustaría que todo terminase así y se marchase con una idea equivocada de ella, no le gustaba caerle mal a la gente. -De nada, si necesitas cualquier cosa no temas decírmelo y te ayudaré siempre que pueda, nunca se sabe...- No sabía muy bien cómo arreglar la situación y probablemente no consiguiera sino empeorarlo a causa de su inexperiencia, pero si no lo intentaba al menos nunca mejoraría ni aprendería, la mejor forma de aprender algo era poniéndolo en práctica. ¿Qué podía saber de la chica que acababa de conocer? Lo primero es que no parecía muy habladora, y sin embargo muy minuciosa por su forma de corregir y de explicar, solitaria quizá… -¿Te gusta el helado?- Así, sin pensar, lo primero que se le pasó por la cabeza. Tampoco era nada raro que hablara de helados, siempre estaba comiendo helado, había comprado una tarrina de tamaño industrial de helado de vainilla y probablemente no duraría todo el fin de semana. Pero, ¿quién sabe? Quizá era la solución, quizá de esa forma podrían hablar de algo en común y llevarse bien, o al menos que no se marchase con la idea de que se había topado con la persona más inútil de todo el mundo…
Se inclinó ligeramente a modo de disculpa por su error antes de disculparse -propiamente dicho- por su error. -Vaya, lo siento por molestarte, culpa mía. Lasaña, lasaña… ¡No volveré a equivocarme!- Repitió para sí tratando de memorizarlo, ahora que sabía cómo se pronunciaba correctamente y que se trataba de un plato italiano no tendría problemas de recordarlo, esperaba que estuviera tan bueno como parecía en la foto del paquete. -A veces me hago un lío con el idioma, debo de haber parecido una inepta total.- Comentó sonriendo aunque lo decía en serio, pero quería relajar un poco el ambiente y parecer algo normal, quizá una extranjera que lleva poco tiempo en el lugar y aún no se acostumbraba del todo -aunque eso es precisamente lo que era-. Sin embargo, si que parecía extraño que no hubiese probado nunca la Lasaña esa, ¿Tan común era? eso iba a ser algo más complicado de disimular y era bastante obvio que la miraba con incredulidad ante esa afirmación de que no la había probado nunca.
Por un momento, la chica casi se marchaba sin el paquete de arroz por el cual habían comenzado la conversación, que por otro lado había comenzado con el pie izquierdo y la verdad no le gustaría que todo terminase así y se marchase con una idea equivocada de ella, no le gustaba caerle mal a la gente. -De nada, si necesitas cualquier cosa no temas decírmelo y te ayudaré siempre que pueda, nunca se sabe...- No sabía muy bien cómo arreglar la situación y probablemente no consiguiera sino empeorarlo a causa de su inexperiencia, pero si no lo intentaba al menos nunca mejoraría ni aprendería, la mejor forma de aprender algo era poniéndolo en práctica. ¿Qué podía saber de la chica que acababa de conocer? Lo primero es que no parecía muy habladora, y sin embargo muy minuciosa por su forma de corregir y de explicar, solitaria quizá… -¿Te gusta el helado?- Así, sin pensar, lo primero que se le pasó por la cabeza. Tampoco era nada raro que hablara de helados, siempre estaba comiendo helado, había comprado una tarrina de tamaño industrial de helado de vainilla y probablemente no duraría todo el fin de semana. Pero, ¿quién sabe? Quizá era la solución, quizá de esa forma podrían hablar de algo en común y llevarse bien, o al menos que no se marchase con la idea de que se había topado con la persona más inútil de todo el mundo…
Jubileus- Ciudadano
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
La disculpa de la mujer acerca de sus dificultades con el idioma confirmaba su sospecha de que la mujer no era aquí. Seguía siendo extraño lo de que jamás había provado la lasaña, pero quizas en su país de origen la lasaña no fuese muy común como típica comida de soltero de emergencia...
Quiso ignorarla mientras caminaba en dirección a la caja, pero la extranjera no parecía dispuesta a rendirse en su empeño por querer conocerla. 'Acabo de averiguar que existe algo peor que una cajera cotilla; una clienta cotilla' pensó para sí.
- La verdad es que no. - respondió brevemente al último planteamiento de la mujer acerca de si le gustaba el helado.
Por fuera intentaba aparentar indiferencia pero en su fuero interno empezaba a agobiarse por la situación. Lo único que deseaba era pagar por su compra y volver a la protección que le brindaban las cuatro paredes de su piso, a la tenue y relajante luz del flexo de su escritorio frente al ordenador... En estos momentos, tenía la impresión de que hasta el impasible cajero la observaba y le pareció que otro de los clientes se le acercaba por detrás...
- Mire, no sé quién es usted ni porqué está tan empeñada en querer saber más acerca de mí. - le dijo a la mujer desconocida, intentando que no le temblara la voz - Pero debe saber que no se me dan bien este tipo de situaciones...
Quiso ignorarla mientras caminaba en dirección a la caja, pero la extranjera no parecía dispuesta a rendirse en su empeño por querer conocerla. 'Acabo de averiguar que existe algo peor que una cajera cotilla; una clienta cotilla' pensó para sí.
- La verdad es que no. - respondió brevemente al último planteamiento de la mujer acerca de si le gustaba el helado.
Por fuera intentaba aparentar indiferencia pero en su fuero interno empezaba a agobiarse por la situación. Lo único que deseaba era pagar por su compra y volver a la protección que le brindaban las cuatro paredes de su piso, a la tenue y relajante luz del flexo de su escritorio frente al ordenador... En estos momentos, tenía la impresión de que hasta el impasible cajero la observaba y le pareció que otro de los clientes se le acercaba por detrás...
- Mire, no sé quién es usted ni porqué está tan empeñada en querer saber más acerca de mí. - le dijo a la mujer desconocida, intentando que no le temblara la voz - Pero debe saber que no se me dan bien este tipo de situaciones...
Eri Misaki- Policia
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
Estaba claro que no iba sino de mal en peor, ¿Qué podía hacer? pues no le quedaban demasiadas opciones, o al menos a ella no se le ocurría ninguna por lo que su siguiente opción era dejarla marchar y simplemente arrepentirse de lo que había sucedido porque había ido mal. Bien está lo que bien acaba, entonces mal está lo que mal acaba ¿No? No siempre se puede ganar, hasta ella sabía eso y no podía hacer nada para evitarlo pues por algo existía el Libre Albedrío. -Ya veo... pues bueno, ya me marcho...- Comentó cuando ésta respondió con una negativa a su pregunta, quizá si tenía razón y no tenían ningún gusto en común ni nada de lo que hablar, recordaba haber leído alguna vez que, en ocasiones, si no tienes nada bueno que aportar a una conversación, era mejor mantener el silencio. Ésta parecía sin duda una de esas situaciones por lo que se dispuso a continuar con su camino de recolección de alimentos antes de proceder a pagar y regresar a su casa, ya mañana sería otro día como se suele decir.
Mas no continuó su camino, porque escuchó a la chica dirigirse a ella y aunque solo fuese para quejarse o para dar por zanjada la conversación, lo mínimo era prestarle atención y quizá responderle y despedirse correctamente. -Yo no diría "empeñada" pero si sociable, me gusta conocer a las personas y entablar amistad. Perdona si te molesté, tampoco pretendía ser cotilla ni nada parecido, solo quería resultar agradable...- Y se estaba dando cuenta de que estaba logrando justo lo contrario de lo que pretendía, agobiarla y disgustarla. Suspiró con cierta tristeza por el intento fallido, era lógico, no siempre se le puede caer bien a todo el mundo pero no dejaba de ser doloroso, al menos para ella. -Respecto a que se te da mal... quizá podría ayudarte con eso, pero no quisiera molestar más aún. De verdad, lo siento.- Se disculpó por última vez y se giró para marcharse sin causar más molestias, no para marcharse del local pues aún tenía que comprar algunas cosas que necesitaba, como champú por poner algún ejemplo.
Y así se convierte un día alegre como cualquier otro en una noche triste y probablemente llena de mucho helado de vainilla, probablemente alguna película de esas que tanto le gustaban a los humanos basada en la vida de otra persona que no existía... algo ridículo si lo piensas bien pero a ella le servía para comprender mejor la vida humana.
Mas no continuó su camino, porque escuchó a la chica dirigirse a ella y aunque solo fuese para quejarse o para dar por zanjada la conversación, lo mínimo era prestarle atención y quizá responderle y despedirse correctamente. -Yo no diría "empeñada" pero si sociable, me gusta conocer a las personas y entablar amistad. Perdona si te molesté, tampoco pretendía ser cotilla ni nada parecido, solo quería resultar agradable...- Y se estaba dando cuenta de que estaba logrando justo lo contrario de lo que pretendía, agobiarla y disgustarla. Suspiró con cierta tristeza por el intento fallido, era lógico, no siempre se le puede caer bien a todo el mundo pero no dejaba de ser doloroso, al menos para ella. -Respecto a que se te da mal... quizá podría ayudarte con eso, pero no quisiera molestar más aún. De verdad, lo siento.- Se disculpó por última vez y se giró para marcharse sin causar más molestias, no para marcharse del local pues aún tenía que comprar algunas cosas que necesitaba, como champú por poner algún ejemplo.
Y así se convierte un día alegre como cualquier otro en una noche triste y probablemente llena de mucho helado de vainilla, probablemente alguna película de esas que tanto le gustaban a los humanos basada en la vida de otra persona que no existía... algo ridículo si lo piensas bien pero a ella le servía para comprender mejor la vida humana.
Jubileus- Ciudadano
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
La extranjera se marchó finalmente a continuar con sus compras en solitario, disculpándose con ella por última vez. Por una parte Eri se sintió aliviada; el motivo de su estrés la había dejado tranquila finalmente.
Pero por otro lado tenía la impresión de que no debía haberle hablado así, al notar la expresión de decepción de la mujer. Inevitablemente recordó las palabras que solia decirle su madre:
'Eri... sé que tu cabeza no reacciona de la misma manera ante los demás... pero debes tener en cuenta que a veces lo que digas y cómo lo digas puede herir y los demás mucho más profundamente de lo que crees.'
Sabía que no estaba bien. Pero a menudo no podia evitarlo. Incluso después de años de terapia, de intentar hacer pequeños cambios poco a poco, todavía le costaba mucho no soltar borderías.
Todos esto lo meditaba mientras ella dejaba los artículos uno por uno en la cinta de la caja y el cajero, con la parsimonía mecánica de quien ha realizado la acción cientos de veces, los escaneaba y los embolsaba. Cuando le dijo el total del importe de su compra, Eri metió la mano en el bolso para coger el dinero...
... y entró en pánico cuando se dió cuenta de que la cartera no estaba.
Y ahora que lo pensaba, ella no había abierto la cremallera de su bolsito para meter la mano; ya estaba abierta (cuando juraría que la había cerrado al salir de casa).
Frenética miró a su alrededor buscando al posible culpable. Su primer instinto fue dirigir la mirada a la mujer con la que había estado hablando... pero segundos después descartó la idea; no había apartado la mirada de la extranjera desde que se dirigio a ella por primera vez y además, de ser ella la ladrona, sería una pésima estrategia por su parte llamar tanto su atención para robarle la cartera. Por lo tanto sólo podía ser otro de los demás clientes, pero éstos parecían más ocupados en mirarla como si estuviera loca...
... con la excepción de un hombre con capucha oscura echada sobre su cabeza, que atravesaba las puertas con tranquilidad en ese mismo instante.
Eri tuvo un mal presentimiento.
- ¡Oiga, señor! - le llamó.
Y tal como temía, el hombre al saberse descubierto echó a correr calle abajo.
- ¡Mierda! - masculló tirando las bolsas al suelo y echando a correr a su vez tras él - ¡ALTO! ¡DETÉNGASE!
Aún podía ver la espalda del hombre cuando atravesó las puertas a toda prisa y durante un rato siguió en pos de él gritándole, pero cuando más tiempo pasaba, más perdía terreno. Al final tuvo que claudicar y se detuvo, falta de aliento y apoyándose en sus rodillas.
'¿Qué voy a hacer ahora?' se dijo, casi a punto de llorar.
Pero por otro lado tenía la impresión de que no debía haberle hablado así, al notar la expresión de decepción de la mujer. Inevitablemente recordó las palabras que solia decirle su madre:
'Eri... sé que tu cabeza no reacciona de la misma manera ante los demás... pero debes tener en cuenta que a veces lo que digas y cómo lo digas puede herir y los demás mucho más profundamente de lo que crees.'
Sabía que no estaba bien. Pero a menudo no podia evitarlo. Incluso después de años de terapia, de intentar hacer pequeños cambios poco a poco, todavía le costaba mucho no soltar borderías.
Todos esto lo meditaba mientras ella dejaba los artículos uno por uno en la cinta de la caja y el cajero, con la parsimonía mecánica de quien ha realizado la acción cientos de veces, los escaneaba y los embolsaba. Cuando le dijo el total del importe de su compra, Eri metió la mano en el bolso para coger el dinero...
... y entró en pánico cuando se dió cuenta de que la cartera no estaba.
Y ahora que lo pensaba, ella no había abierto la cremallera de su bolsito para meter la mano; ya estaba abierta (cuando juraría que la había cerrado al salir de casa).
Frenética miró a su alrededor buscando al posible culpable. Su primer instinto fue dirigir la mirada a la mujer con la que había estado hablando... pero segundos después descartó la idea; no había apartado la mirada de la extranjera desde que se dirigio a ella por primera vez y además, de ser ella la ladrona, sería una pésima estrategia por su parte llamar tanto su atención para robarle la cartera. Por lo tanto sólo podía ser otro de los demás clientes, pero éstos parecían más ocupados en mirarla como si estuviera loca...
... con la excepción de un hombre con capucha oscura echada sobre su cabeza, que atravesaba las puertas con tranquilidad en ese mismo instante.
Eri tuvo un mal presentimiento.
- ¡Oiga, señor! - le llamó.
Y tal como temía, el hombre al saberse descubierto echó a correr calle abajo.
- ¡Mierda! - masculló tirando las bolsas al suelo y echando a correr a su vez tras él - ¡ALTO! ¡DETÉNGASE!
Aún podía ver la espalda del hombre cuando atravesó las puertas a toda prisa y durante un rato siguió en pos de él gritándole, pero cuando más tiempo pasaba, más perdía terreno. Al final tuvo que claudicar y se detuvo, falta de aliento y apoyándose en sus rodillas.
'¿Qué voy a hacer ahora?' se dijo, casi a punto de llorar.
Eri Misaki- Policia
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
Continuó con sus compras yendo de pasillo en pasillo recogiendo cuanto le hacía falta mientras pensaba en lo sucedido, tratando de averiguar qué había hecho mal para, al menos, evitarlo en un futuro ya que ésta vez no había podido darse cuenta a tiempo. En cualquier caso, ya estaba hecho y no valía la pena lamentarse, lo mejor era aprender del error para no volverlo a cometer y al mal tiempo ponerle buena cara, que era lo que solía hacer siempre que algo iba mal. Ahí estaba ella, en una tienda veinticuatro horas comprando algunos útiles para el hogar así como algunos comestibles, sonriendo como si no hubiera pasado nada aunque en su interior continuaba sintiéndose un poco culpable, así era ella.
No le quedaba mucho más por hacer, una vez había obtenido todo lo que necesitaba, se acercó al lugar en el que se suponía debía dejar los artículos para que comprobasen su precio y sacar el coste total de los mismos, a pagar lógicamente. Habían al menos dos personas antes de ella, por lo que le tocaría esperar, pero también estaba la chica de antes que parecía estar a punto de pagar... cuando de repente salió corriendo detrás de un tipo encapuchado. Jubileus tardó por lo menos tres segundos en percatarse de lo que ocurría, entonces por puro instinto dejó los artículos y salió para comprobar lo que había sucedido y corroborarlo por si misma. No hacía falta ser una experta en atletismo -aunque casualmente la rubia era profesora de educación física y bastante bien entrenada- para darse cuenta de que el tipo le llevaba una gran ventaja a la chica y que ésta aumentaba por momentos. Jubileus no era una persona violenta, pero tampoco le gustaban las injusticias y siempre trataba de ayudar, por lo que, sin perder un segundo, salió disparada en la misma dirección que habían tomado ambos.
Mucho más acostumbrada a correr no tardó en dar alcance a la chica que se detuvo a recuperar el aliento, probablemente incapaz de continuar corriendo tras el ladrón. Sin embargo y por desgracia para él, Jubileus estaba recortando distancia por segundos y no se iba a permitir el perderlo de vista, dándole la oportunidad de escapar. Queriendo evitar eso a toda costa, dio un último sprint para quedar junto al hombre y sujetarle el brazo, no pretendía iniciar un enfrentamiento pero tampoco se iba a quedar quieta si éste le atacaba, lo que hizo fue parar en seco mientras lo sujetaba para obligarle a detenerse o caer al suelo por la inercia. -Devuelve el dinero y aquí no ha pasado nada.- Dijo tranquila pero firme, esperando que prefiriese dejarlo estar y marcharse antes que enfrentarse a una denuncia ahora que le habían visto en primer plano. Gracias a dios el hombre prefirió devolverlo y salir corriendo, evitando violencia innecesaria que Jubileus detestaba, por lo que, ya más tranquila de haber recuperado lo robado, regresó junto a aquella chica.
-Ten, espero que no falte nada pero cuéntalo todo por si acaso.- Una vez devuelto, caminando sin prisa alguna emprendió su camino de regreso a la tienda, con la emoción del momento había dejado su compra abandonada y sin pagar, solo esperaba que al llegar allí no hubieran muchas personas en la caja y le hicieran ponerse al final de la cola.
No le quedaba mucho más por hacer, una vez había obtenido todo lo que necesitaba, se acercó al lugar en el que se suponía debía dejar los artículos para que comprobasen su precio y sacar el coste total de los mismos, a pagar lógicamente. Habían al menos dos personas antes de ella, por lo que le tocaría esperar, pero también estaba la chica de antes que parecía estar a punto de pagar... cuando de repente salió corriendo detrás de un tipo encapuchado. Jubileus tardó por lo menos tres segundos en percatarse de lo que ocurría, entonces por puro instinto dejó los artículos y salió para comprobar lo que había sucedido y corroborarlo por si misma. No hacía falta ser una experta en atletismo -aunque casualmente la rubia era profesora de educación física y bastante bien entrenada- para darse cuenta de que el tipo le llevaba una gran ventaja a la chica y que ésta aumentaba por momentos. Jubileus no era una persona violenta, pero tampoco le gustaban las injusticias y siempre trataba de ayudar, por lo que, sin perder un segundo, salió disparada en la misma dirección que habían tomado ambos.
Mucho más acostumbrada a correr no tardó en dar alcance a la chica que se detuvo a recuperar el aliento, probablemente incapaz de continuar corriendo tras el ladrón. Sin embargo y por desgracia para él, Jubileus estaba recortando distancia por segundos y no se iba a permitir el perderlo de vista, dándole la oportunidad de escapar. Queriendo evitar eso a toda costa, dio un último sprint para quedar junto al hombre y sujetarle el brazo, no pretendía iniciar un enfrentamiento pero tampoco se iba a quedar quieta si éste le atacaba, lo que hizo fue parar en seco mientras lo sujetaba para obligarle a detenerse o caer al suelo por la inercia. -Devuelve el dinero y aquí no ha pasado nada.- Dijo tranquila pero firme, esperando que prefiriese dejarlo estar y marcharse antes que enfrentarse a una denuncia ahora que le habían visto en primer plano. Gracias a dios el hombre prefirió devolverlo y salir corriendo, evitando violencia innecesaria que Jubileus detestaba, por lo que, ya más tranquila de haber recuperado lo robado, regresó junto a aquella chica.
-Ten, espero que no falte nada pero cuéntalo todo por si acaso.- Una vez devuelto, caminando sin prisa alguna emprendió su camino de regreso a la tienda, con la emoción del momento había dejado su compra abandonada y sin pagar, solo esperaba que al llegar allí no hubieran muchas personas en la caja y le hicieran ponerse al final de la cola.
Jubileus- Ciudadano
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
De la impotencia por ser incapaz de dar caza al ladrón que le había robado la cartera, pasó a la sorpresa mayúscula cuando alguien pasó a su lado a toda velocidad, y se percató de que se trataba nada más y nada menos que la extranjera rubia. Con la boca medio abierta de la impresión, contempló cómo la mujer le ganaba terreno al ladrón con aparente facilidad para finalmente agarrarlo del brazo forzándolo a detenerse.
'Yo tenía razón: hace deporte' , se dijo.
Debido a la distancia, no pudo oír lo que la mujer le dijo, aunque no era dificil de adivinar por la forma en que el ladrón le entregó precipitadamente la cartera para a continuación poner pies en polvorosa en cuanto la rubia le soltó el brazo. A un ritmo ya más pausado, la extranjera regresó a su lado y le devolvió la cartera robada, instándola a comprobar su contenido para asegurarse de que no faltaba nada.
Eri no revisó inmediatamente si faltaba dinero. ¿A quién le importaba eso? ¡La habían atracado en una tienda de SU barrio, una zona teóricamente segura por la presencia de la cercana comisaría, y encima a ELLA que era policía! (Cierto, ella no formaba parte del cuerpo, solo era una becaria del departamento de delitos informáticos, pero eso tenía que contar en algo ¿no?)
... y una mujer extrajera a la que deliberadamente había querido ignorar todo ese tiempo, había sido la única que la había ayudado.
No podía dejar las cosas tal como estaban.
- ¡Espera! - le dijo para llamar su atención. No sabía muy bien por donde empezar así que continuó con lo primero que se le ocurrió - Sólo quiero que sepas que eres la persona más rara con la que me he cruzado. Porque, a ver, para tí no soy más que una total extraña que has conocido en una tienda 24h un viernes por la noche, que sólo quiere hacer unas compras de emergencia y que no tiene interés en conocer a nadie en ese momento. He dicho cosas que seguramente no te han sentado bien, te he dado todos los motivos del mundo para odiarme o por lo menos ignorarme y aún así... ¡has sido la primera en ayudarme! Y la verdad es que me desconcierta bastante, aunque no es que no te lo agradezca porque la verdad es que... - de nuevo le había dado su típica verborrea nerviosa. Respiró profundo y concluyó ya más calmada y haciendo una inclinación - Lo que quería decir en definitiva es: muchas gracias. En serio, gracias.
Se tomó un momento de respiro, para recoger sus bolsa de la compra del suelo y antes de pagar volvió a dirigirse a la mujer.
- Y también... me gustaría saber su nombre. Porque llamarla "Señorita extranjera rubia de ojos heterocromáticos", sinceramente, me parece muy poco práctico.
'Yo tenía razón: hace deporte' , se dijo.
Debido a la distancia, no pudo oír lo que la mujer le dijo, aunque no era dificil de adivinar por la forma en que el ladrón le entregó precipitadamente la cartera para a continuación poner pies en polvorosa en cuanto la rubia le soltó el brazo. A un ritmo ya más pausado, la extranjera regresó a su lado y le devolvió la cartera robada, instándola a comprobar su contenido para asegurarse de que no faltaba nada.
Eri no revisó inmediatamente si faltaba dinero. ¿A quién le importaba eso? ¡La habían atracado en una tienda de SU barrio, una zona teóricamente segura por la presencia de la cercana comisaría, y encima a ELLA que era policía! (Cierto, ella no formaba parte del cuerpo, solo era una becaria del departamento de delitos informáticos, pero eso tenía que contar en algo ¿no?)
... y una mujer extrajera a la que deliberadamente había querido ignorar todo ese tiempo, había sido la única que la había ayudado.
No podía dejar las cosas tal como estaban.
- ¡Espera! - le dijo para llamar su atención. No sabía muy bien por donde empezar así que continuó con lo primero que se le ocurrió - Sólo quiero que sepas que eres la persona más rara con la que me he cruzado. Porque, a ver, para tí no soy más que una total extraña que has conocido en una tienda 24h un viernes por la noche, que sólo quiere hacer unas compras de emergencia y que no tiene interés en conocer a nadie en ese momento. He dicho cosas que seguramente no te han sentado bien, te he dado todos los motivos del mundo para odiarme o por lo menos ignorarme y aún así... ¡has sido la primera en ayudarme! Y la verdad es que me desconcierta bastante, aunque no es que no te lo agradezca porque la verdad es que... - de nuevo le había dado su típica verborrea nerviosa. Respiró profundo y concluyó ya más calmada y haciendo una inclinación - Lo que quería decir en definitiva es: muchas gracias. En serio, gracias.
Se tomó un momento de respiro, para recoger sus bolsa de la compra del suelo y antes de pagar volvió a dirigirse a la mujer.
- Y también... me gustaría saber su nombre. Porque llamarla "Señorita extranjera rubia de ojos heterocromáticos", sinceramente, me parece muy poco práctico.
Eri Misaki- Policia
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
Continuó avanzando hasta regresar a la tienda donde había dejado su compra tirada y sin pagar, aunque supuso que no sería ningún problema teniendo en cuenta que la compra no salió del local por lo que no había cometido ninguna falta, como mucho estorbar. La chica también fue hasta allí pero dado que había dejado la compra tirada cuando descubrió el robo probablemente volvería a por ella y a pagar el importe, o eso creyó ella. No esperaba agradecimiento después de la conversación anterior ni tampoco lo quería, no ayudaba para recibir adulaciones ni premios ni nada, se conformaba con haber ayudado... Sin embargo, para sorpresa de Jubileus, la chica le dijo que esperara y comenzó a darle un discurso de lo más extraño, hasta para ella que resultaba extraña siempre. Quizá no era la mejor comprendiendo el lenguaje corporal de la gente pero parecía bastante evidente que estaba nerviosa, casi ni sabía lo que estaba diciendo.
Jubileus no pudo sino sonreír, tal vez no había salido como había esperado desde un principio pero lo importante es que parecía haber mejorado, aun si sólo era un poco era mejor que como habían empezado inicialmente. -No tienes nada que agradecerme, me gusta ayudar a los demás siempre que puedo y no espero nada a cambio, así que tranquila.- Concluyó tranquila mientras retomaba su compra y se ponía nuevamente a la cola, no había mucha gente por suerte de modo que no tendría que esperar tanto como se había imaginado mientras volvía. Fue incapaz de evitar reír suavemente ante la forma con la que se había referido a ella al no conocer su nombre, quizá muy detallista y demasiado largo a decir verdad, normal que no quisiera referirse a ella por ese título. -Claro, mi nombre es Jubileus, encantada... aunque yo tampoco conozco el tuyo.- Creía que lo lógico era que ella también se presentara luego de haber preguntado el nombre de la rubia, aunque fuera por cortesía pues ya había aprendido que quizá simplemente no quería seguir hablando con ella.
Dado que ella estaba justo delante en la caja, a punto de pagar y que le había preguntado por su nombre también, no se iba a marchar sin más, pero tampoco hablaría más de la cuenta con la chica si ésta no quería. Prefería esperar a que fuese ella quien comenzase la conversación si lo deseaba o que al menos dijese algo que la animase a ella a hacerlo, pero mientras no diría nada por si acaso...
Jubileus no pudo sino sonreír, tal vez no había salido como había esperado desde un principio pero lo importante es que parecía haber mejorado, aun si sólo era un poco era mejor que como habían empezado inicialmente. -No tienes nada que agradecerme, me gusta ayudar a los demás siempre que puedo y no espero nada a cambio, así que tranquila.- Concluyó tranquila mientras retomaba su compra y se ponía nuevamente a la cola, no había mucha gente por suerte de modo que no tendría que esperar tanto como se había imaginado mientras volvía. Fue incapaz de evitar reír suavemente ante la forma con la que se había referido a ella al no conocer su nombre, quizá muy detallista y demasiado largo a decir verdad, normal que no quisiera referirse a ella por ese título. -Claro, mi nombre es Jubileus, encantada... aunque yo tampoco conozco el tuyo.- Creía que lo lógico era que ella también se presentara luego de haber preguntado el nombre de la rubia, aunque fuera por cortesía pues ya había aprendido que quizá simplemente no quería seguir hablando con ella.
Dado que ella estaba justo delante en la caja, a punto de pagar y que le había preguntado por su nombre también, no se iba a marchar sin más, pero tampoco hablaría más de la cuenta con la chica si ésta no quería. Prefería esperar a que fuese ella quien comenzase la conversación si lo deseaba o que al menos dijese algo que la animase a ella a hacerlo, pero mientras no diría nada por si acaso...
Jubileus- Ciudadano
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
Jubileus... ¿es decir "júbilo" en latín? Parecía más un apodo que un nombre... o a lo mejor su nombre real era impronunciable y esa era la traducción más aproximada... Quizás algún día se lo preguntaría.
Por ahora lo propio sería corresponder a su solicitud y decir su nombre.
- Yo soy Eri. - respondió, mientras el cajero le cobraba (por fin) por su compra.
Esperaba que Jubileus comentara algo al respecto, pero por alguna razón permaneció callada, mirándola con lo que podría interpretarse como expectación. ¿Estaba esperando quizás a que le diese permiso para hablar? Qué absurdo...
¿Era esta la forma que tenía respetar su anterior deseo de no establecer conversación con nadie? Supuso que no había dejado lo suficientemente claro que ya no deseaba ignorarla, más bien al contrario... definitivamente no se le daban bien estas cosas...
- Tampoco hace falta que te quedes muda de golpe. - espetó, quizás un poco demasiado bruscamente. Calma Eri, intenta ser más receptiva, no la espantes otra vez. Bajó la cabeza y musitó una disculpa sincera. ¿Y de qué debía hablar ahora?... Tal vez si jugaba a su juego... - Dime: ¿sabías que de media una persona parpadea entre 12 y 17 veces por minuto?
Por ahora lo propio sería corresponder a su solicitud y decir su nombre.
- Yo soy Eri. - respondió, mientras el cajero le cobraba (por fin) por su compra.
Esperaba que Jubileus comentara algo al respecto, pero por alguna razón permaneció callada, mirándola con lo que podría interpretarse como expectación. ¿Estaba esperando quizás a que le diese permiso para hablar? Qué absurdo...
¿Era esta la forma que tenía respetar su anterior deseo de no establecer conversación con nadie? Supuso que no había dejado lo suficientemente claro que ya no deseaba ignorarla, más bien al contrario... definitivamente no se le daban bien estas cosas...
- Tampoco hace falta que te quedes muda de golpe. - espetó, quizás un poco demasiado bruscamente. Calma Eri, intenta ser más receptiva, no la espantes otra vez. Bajó la cabeza y musitó una disculpa sincera. ¿Y de qué debía hablar ahora?... Tal vez si jugaba a su juego... - Dime: ¿sabías que de media una persona parpadea entre 12 y 17 veces por minuto?
Eri Misaki- Policia
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
La contraria se presentó también, ahora ambas conocían el nombre de la persona con la que estaban hablando, lo normal cuando se inicia una conversación mínimamente extensa y no una simple interacción. Parecía que, a diferencia de la situación anterior, la chica si quería hablar con ella ésta vez, pues parecía estar esperando algo y, cuando se percató de que no llegaba lo que fuese que esperaba, comentó de una manera un tanto brusca que no tenía que "quedarse muda de golpe". Pese a ello, Jubileus se mostró alegre ante su reacción, porque eso significaba que quería continuar con la conversación y que no estaba incómoda con ello, quizá era demasiado pronto para cantar victoria pero era una buena manera de comenzar con una posible amistad.
De repente, soltó algo que primeramente Jubileus no comprendió, uno de esos datos curiosos que la gente no suele conocer y que cuando escucha se queda pensando "anda, pues es verdad" o "¿En serio? Cualquier lo diría". Por supuesto, ella conocía ese dato, había pasado muchísimo tiempo observando a la humanidad como para haberse fijado en algunos detalles que normalmente nadie se fijaría... claro que eso no le servía para otras situaciones, puesto que mirar algo y vivirlo nunca es lo mismo. -Si, ¿Tu sabías que el cerebro está más activo cuando duermes que cuando estás despierta?- Respondió con otra pregunta, quizá de esa forma se le hiciera más fácil a la chica llevar la conversación, en su propio terreno, en lugar de intentar llevarla al suyo que seguramente no iría la mitad de bien o se encontraría incómoda una vez más.
Mientras hablaba, iba pasando su compra para pagarla también, ya que Eri había terminado ahora le tocaba el turno a Jubileus, no podía quedarse ahí quieta hablando mientras había tras ella esperando otros clientes que querrían marcharse a casa o a otro lugar.
De repente, soltó algo que primeramente Jubileus no comprendió, uno de esos datos curiosos que la gente no suele conocer y que cuando escucha se queda pensando "anda, pues es verdad" o "¿En serio? Cualquier lo diría". Por supuesto, ella conocía ese dato, había pasado muchísimo tiempo observando a la humanidad como para haberse fijado en algunos detalles que normalmente nadie se fijaría... claro que eso no le servía para otras situaciones, puesto que mirar algo y vivirlo nunca es lo mismo. -Si, ¿Tu sabías que el cerebro está más activo cuando duermes que cuando estás despierta?- Respondió con otra pregunta, quizá de esa forma se le hiciera más fácil a la chica llevar la conversación, en su propio terreno, en lugar de intentar llevarla al suyo que seguramente no iría la mitad de bien o se encontraría incómoda una vez más.
Mientras hablaba, iba pasando su compra para pagarla también, ya que Eri había terminado ahora le tocaba el turno a Jubileus, no podía quedarse ahí quieta hablando mientras había tras ella esperando otros clientes que querrían marcharse a casa o a otro lugar.
Jubileus- Ciudadano
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
Jubileus no pareció molestarse por la frase que había soltado antes sin pensar. No sólo eso, sino que además le siguió enseguida el juego. Se sintió ligeramente decepcionada porque el dato era de sobras conocido, pero por otro lado, prefería que el juego se prolongase lo más posible. Por eso, a pesar de que ya había pagado su compra, decidió esperar un poco apartada de la puerta a que la rubia hiciera lo propio.
- Evidentemente. - respondió Eri - Es durante el sueño que el cerebro asimila la información obtenida durante el día y genera los recuerdos, de ahí la mayor actividad. Hablando de cerebros - añadió al tiempo que Jubileus iba dejando su compra en la caja para que fuera escaneada - ¿sabías que el globo ocular de un avestruz es más grande que su cerebro?
Era un dato curioso también bastante simple, pero quería comprobar hasta qué punto su interlocutora estaba versada en temas de biología...
- Evidentemente. - respondió Eri - Es durante el sueño que el cerebro asimila la información obtenida durante el día y genera los recuerdos, de ahí la mayor actividad. Hablando de cerebros - añadió al tiempo que Jubileus iba dejando su compra en la caja para que fuera escaneada - ¿sabías que el globo ocular de un avestruz es más grande que su cerebro?
Era un dato curioso también bastante simple, pero quería comprobar hasta qué punto su interlocutora estaba versada en temas de biología...
Eri Misaki- Policia
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
Jubileus pasó todo lo que había cogido al dependiente y le pagó el total en cuanto éste le dijo cuánto era, entonces se apartó de allí para no molestar a otros clientes que pasaran pero se quedó cerca de Eri, acercándose a la puerta por si ésta pretendía salir mientras hablaban o quedarse dentro hasta que terminasen de hablar, en cualquiera de los dos casos estaba lista. Ahora le tocó el turno a la chica, parecía gustarle eso de decir datos curiosos y que la otra persona le siguiera el juego por lo que la rubia no dudó un segundo en seguírselo de nuevo para extender lo más posible la conversación y con suerte reparar el error anterior por el cual creyó que le había caído mal. Pensó que decir simplemente que sí lo sabía podía resultar poco creíble si no decía nada más, puesto que ella había explicado brevemente el porqué del dato curioso que Jubileus había comentado. -El cerebro de un avestruz mide aproximadamente lo mismo que una nuez mientras que sus ojos son algo más grandes que eso.- Respondió, no dio demasiados detalles porque no sabía las medidas exactas de su diámetros pero sí que sabía que el globo ocular de una avestruz era algo mayor que su cerebro. -Ya que hablamos de animales… ¿Sabías que las avestruces y las gallinas descienden del Tiranosaurio?.- También era algo conocido, sobretodo después de que dieran ese dato en una película de fama mundial pero le pareció adecuado al hablar de avestruces.
Ahora bien, le estaba siguiendo el juego a la chica, hablando con ella de lo que parecía gustarle y a la rubia le agradaba eso de hacer nuevas amistades, no le costaba mucho adaptarse al gusto de otras personas siempre y cuando lo comprendiera y no fuese algo que le desagradase mucho pero… ¿Qué esperaba ella exactamente? Es decir, Eri parecía haber cambiado de opinión con respecto a Jubileus en cuanto ésta le ayudó sin más cuando le robaron, ¿Estaba compensándola por lo que había pasado un rato antes? ¿O realmente había cambiado de opinión y esperaba crear algún tipo de vínculo social con ella? Jubileus era una persona muy sociable que buscaba llevarse bien con todo el mundo y tener muchos amigos, lo que no había podido hacer en toda su existencia lo quería hacer ahora en tierra por lo que se conformaba con no caerle mal, sin embargo, preferiría añadirla como una amiga a su lista y, quizá, llegar a ser una amistad de las de verdad, de las que puedes confiarle tu vida sin miedo… Por el momento no había conseguido nada de eso ni tampoco nada que prometiese llegar a ese punto.
Ahora bien, le estaba siguiendo el juego a la chica, hablando con ella de lo que parecía gustarle y a la rubia le agradaba eso de hacer nuevas amistades, no le costaba mucho adaptarse al gusto de otras personas siempre y cuando lo comprendiera y no fuese algo que le desagradase mucho pero… ¿Qué esperaba ella exactamente? Es decir, Eri parecía haber cambiado de opinión con respecto a Jubileus en cuanto ésta le ayudó sin más cuando le robaron, ¿Estaba compensándola por lo que había pasado un rato antes? ¿O realmente había cambiado de opinión y esperaba crear algún tipo de vínculo social con ella? Jubileus era una persona muy sociable que buscaba llevarse bien con todo el mundo y tener muchos amigos, lo que no había podido hacer en toda su existencia lo quería hacer ahora en tierra por lo que se conformaba con no caerle mal, sin embargo, preferiría añadirla como una amiga a su lista y, quizá, llegar a ser una amistad de las de verdad, de las que puedes confiarle tu vida sin miedo… Por el momento no había conseguido nada de eso ni tampoco nada que prometiese llegar a ese punto.
Jubileus- Ciudadano
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
Parece que sabe más de lo que imaginaba... Eri estaba medianamente complacida por cómo Jubileus estaba siguiendo el juego. Hasta había razonado su respuesta... no esperaba que supiese la medida exacta del ojo del avestruz, obviamente, pero el que supiese el tamaño aproximado ya era algo.
Y entonces Jubileus hizo una afirmación que la hizo dudar. Por un instante estuvo a punto de corregirla... pero se contuvo: ¿realmente era falso lo que había afirmado...? Lo cierto es que Eri no lo sabía con certeza.
- Confieso que... no estoy segura de que esa afirmación sea cierta... pero tampoco de que no lo sea. - dijo Eri tras meditarlo unos segundos - Sé que las aves evolucionaron a partir de los dinosaurios pero... ¿del tiranosaurio específicamente? No sé tanto de paleontología... Tendría que comprobarlo en ca...
Fue pensar en su casa y al instante darse cuenta de que eran más de las 10 de la noche. Aunque el 24 horas permanecía abierto, ya casi no quedaban clientes en la cola de la caja... ¿Cómo no se había percatado antes?
Miró a Jubileus, sin saber qué decir más... sería descortés despedirse abruptamente, pero lo cierto es que llevaba prisa... e imaginaba que Jubileus también.
- Te agradezco lo que has hecho por mí. - dijo - Por el ladrón y por este rato que has pasado conmigo... Pero se está haciendo tarde y ambas tendremos que descansar... - dudó un momento... ¿qué podía hacer más...? - Creo que eres una persona muy interesante. Rara, - matizó - pero interesante. No sé si llegaremos a ser amigas... No por tí, sino porque como he dicho antes, estas situaciones no se me dan bien... Pero me gustaría intentarlo al menos.
Era un paso. Y uno gigantesco para ella, además. Por su Asperger, siempre se había encontrado más cómoda frente a un ordenador que frente a una persona, y entre eso, y quizás por que se había concentrado mucho en rendir en su trabajo para conseguir un puesto fijo que en llevarse bien con sus compañeros, no tenía a nadie en la ciudad a quien pudiese considerar "alguien cercano", incluso después de haber residido en Shadow City por casi un año.
- ¿Hay... algún modo en que pueda contactar contigo? - preguntó - ¿Una dirección de email tal vez?
Y entonces Jubileus hizo una afirmación que la hizo dudar. Por un instante estuvo a punto de corregirla... pero se contuvo: ¿realmente era falso lo que había afirmado...? Lo cierto es que Eri no lo sabía con certeza.
- Confieso que... no estoy segura de que esa afirmación sea cierta... pero tampoco de que no lo sea. - dijo Eri tras meditarlo unos segundos - Sé que las aves evolucionaron a partir de los dinosaurios pero... ¿del tiranosaurio específicamente? No sé tanto de paleontología... Tendría que comprobarlo en ca...
Fue pensar en su casa y al instante darse cuenta de que eran más de las 10 de la noche. Aunque el 24 horas permanecía abierto, ya casi no quedaban clientes en la cola de la caja... ¿Cómo no se había percatado antes?
Miró a Jubileus, sin saber qué decir más... sería descortés despedirse abruptamente, pero lo cierto es que llevaba prisa... e imaginaba que Jubileus también.
- Te agradezco lo que has hecho por mí. - dijo - Por el ladrón y por este rato que has pasado conmigo... Pero se está haciendo tarde y ambas tendremos que descansar... - dudó un momento... ¿qué podía hacer más...? - Creo que eres una persona muy interesante. Rara, - matizó - pero interesante. No sé si llegaremos a ser amigas... No por tí, sino porque como he dicho antes, estas situaciones no se me dan bien... Pero me gustaría intentarlo al menos.
Era un paso. Y uno gigantesco para ella, además. Por su Asperger, siempre se había encontrado más cómoda frente a un ordenador que frente a una persona, y entre eso, y quizás por que se había concentrado mucho en rendir en su trabajo para conseguir un puesto fijo que en llevarse bien con sus compañeros, no tenía a nadie en la ciudad a quien pudiese considerar "alguien cercano", incluso después de haber residido en Shadow City por casi un año.
- ¿Hay... algún modo en que pueda contactar contigo? - preguntó - ¿Una dirección de email tal vez?
Eri Misaki- Policia
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
No esperaba que el juego terminase tan pronto, había cogido algo de carrerilla y ya se estaba imaginando una larga conversación o quizá competición entre ambas chicas hasta que alguna se rindiera más por el tiempo y el cansancio que por perder realmente. Sin embargo, cuando dijo que el avestruz descendía específicamente del Tiranosaurio, ésta pareció tragarse su respuesta en el último momento, estaba segura de que iba a desmentirlo o algo por el estilo, y por su siguiente respuesta parecía estar en lo correcto con su suposición. Al verla dubitativa al respecto pensó que para reforzar un poco su afirmación y quizá calmar un poco la curiosidad de la joven sería bueno que razonase su respuesta. -Al parecer se realizó un estudio donde compararon la secuencia sacada de una proteína hallada en el colágeno de un fósil con más de veintiuna especies de aves modernas, descubriendo que tanto las gallinas como los avestruces pertenecen al árbol evolutivo del Tiranosaurio Rex.- Esperaba que fuese suficiente para ella, claro que también podría confirmarlo del todo diciendo que ella misma presenció la extinción y la evolución de las especies pero no lo veía como una respuesta viable.
Desgraciadamente el juego había llegado a su fin, Eri parecía tener cierta prisa por regresar a su casa y no le culpaba por ello, ya que a decir verdad era bastante tarde para estar hablando en una tienda que sólo estaba abierta por ser una tienda veinticuatro horas, más allí no había casi nadie. Escuchó atentamente las palabras de la contraria sin borrar la sonrisa de su rostro, a éstas alturas ya debería saber que se trataba de algo de lo más normal en la rubia, y por si fuera poco lo que dijo la joven alegró mucho a Jubileus, por lo que difícilmente podría borrarla aunque quisiera. Dejando de un lado el hecho de que había puesto en duda su capacidad para entablar una amistad con ella, el que quisiera intentarlo pese a que parecía algo casi imposible para Eri ya era motivo de sobra para estar contenta, porque de alguna forma había logrado que se abriera más a ella y que le diera una oportunidad por pequeña que sea. -No hace falta que agradezcas nada mujer, era lo menos que podía hacer. Te prometo que intentaré no agobiarte con ese tema, a veces solo hace falta un poco de tiempo para adaptarse.- Trataba de ser tranquilizadora pero pensándolo detenidamente quizá no utilizó las palabras adecuadas, sólo esperaba no haber metido la pata hasta el fondo.
Estaba a punto de darse la vuelta para marcharse pero escuchó su voz una vez más y se detuvo, devolviendo la mirada a la chica para responder a lo que le había preguntado. -Si que tengo una dirección de correo electrónico de ese… aunque si te soy sincera aún tengo algunos problemas con el ordenador, lo compré hace poco y no había visto uno en mi vida.- Definitivamente había metido la pata, si ya antes le había parecido como de otro mundo por no conocer la Lasaña, estaba segura que por no saber de ordenadores le iba a parecer alguna especie de orco que vivía en una cueva oscura o algo por el estilo.
Desgraciadamente el juego había llegado a su fin, Eri parecía tener cierta prisa por regresar a su casa y no le culpaba por ello, ya que a decir verdad era bastante tarde para estar hablando en una tienda que sólo estaba abierta por ser una tienda veinticuatro horas, más allí no había casi nadie. Escuchó atentamente las palabras de la contraria sin borrar la sonrisa de su rostro, a éstas alturas ya debería saber que se trataba de algo de lo más normal en la rubia, y por si fuera poco lo que dijo la joven alegró mucho a Jubileus, por lo que difícilmente podría borrarla aunque quisiera. Dejando de un lado el hecho de que había puesto en duda su capacidad para entablar una amistad con ella, el que quisiera intentarlo pese a que parecía algo casi imposible para Eri ya era motivo de sobra para estar contenta, porque de alguna forma había logrado que se abriera más a ella y que le diera una oportunidad por pequeña que sea. -No hace falta que agradezcas nada mujer, era lo menos que podía hacer. Te prometo que intentaré no agobiarte con ese tema, a veces solo hace falta un poco de tiempo para adaptarse.- Trataba de ser tranquilizadora pero pensándolo detenidamente quizá no utilizó las palabras adecuadas, sólo esperaba no haber metido la pata hasta el fondo.
Estaba a punto de darse la vuelta para marcharse pero escuchó su voz una vez más y se detuvo, devolviendo la mirada a la chica para responder a lo que le había preguntado. -Si que tengo una dirección de correo electrónico de ese… aunque si te soy sincera aún tengo algunos problemas con el ordenador, lo compré hace poco y no había visto uno en mi vida.- Definitivamente había metido la pata, si ya antes le había parecido como de otro mundo por no conocer la Lasaña, estaba segura que por no saber de ordenadores le iba a parecer alguna especie de orco que vivía en una cueva oscura o algo por el estilo.
Jubileus- Ciudadano
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
- Bien, dejame un momento que me lo apunte en el movil... - dijo Eri, pero de pronto cayó en lo último que Jubileus había dicho - ¿... que quieres decir con que nunca habías visto un ordenador? - inquirió con suspicacia - ¡Eso es imposib-...! Oh, espera...
Un pensamiento acaba de cruzar la mente de Eri. Una posible explicación a las "rarezas" que había percibido en Jubileus.
- Vale, creo que ya entiendo lo que pasa aquí... Jubileus ¿me equivoco al pensar que te criaste en una comunidad religiosa y aislacionista? ¿Mormones, quizás?
Eso explicaba muchas cosas: su desconocimiento de la lasaña precongelada, el hecho de que hasta hacía poco no había entrado en contacto con una tecnologia tan extendida como el ordenador personal... probablemente incluso su heterocromía, ya que en una comunidad cerrada como eran los mormones, las probabilidades de aparición de alteraciones genéticas propias de la consanguinidad se elevaban. Las comunidades religiosas basadas en el cristianismo además promovían el ayudar al prójimo, lo que también explicaba su instintiva disposición a socorrerla en un momento de gran necesidad...
- Es verdaderamente fascinante... - comentó antes de que Jubileus pudiera decir nada - Te has adaptado sorprendentemente bien a la vida fuera de tu comunidad... de no ser por esos pequeños detalles, ni me habría dado cuenta...
Pero si realmente se estaba todavía adaptando a la tecnología moderna, no podría esperar que se manejara lo suficientemente bien como para mantener una correspondencia via email... habria que recurrir a un metodo un poco menos avanzado.
- He cambiado de idea. - rectificó sacando de su bolso una pequeña libreta y un bolígrafo (que siempre llevaba encima por si acaso, aunque casi todo al final lo acababa anotando en el movil) - Te dejaré mi número de teléfono móvil. - arrancó la hoja donde la apuntó y se la dió a Jubileus. - Suelo llegar del trabajo entre las 19:30 y las 20:00 horas, esos son los mejores momentos para llamarme. Si necesitas ayuda con temas de ordenadores yo te puedo aconsejar, podría decirse que soy una experta en el tema.
Ya con el deber cumplido, se inclinó por última vez a modo de despedida.
- Hasta que nos volvamos a ver. - se despidió, emprendiendo a continuación el camino de vuelta a casa.
Un pensamiento acaba de cruzar la mente de Eri. Una posible explicación a las "rarezas" que había percibido en Jubileus.
- Vale, creo que ya entiendo lo que pasa aquí... Jubileus ¿me equivoco al pensar que te criaste en una comunidad religiosa y aislacionista? ¿Mormones, quizás?
Eso explicaba muchas cosas: su desconocimiento de la lasaña precongelada, el hecho de que hasta hacía poco no había entrado en contacto con una tecnologia tan extendida como el ordenador personal... probablemente incluso su heterocromía, ya que en una comunidad cerrada como eran los mormones, las probabilidades de aparición de alteraciones genéticas propias de la consanguinidad se elevaban. Las comunidades religiosas basadas en el cristianismo además promovían el ayudar al prójimo, lo que también explicaba su instintiva disposición a socorrerla en un momento de gran necesidad...
- Es verdaderamente fascinante... - comentó antes de que Jubileus pudiera decir nada - Te has adaptado sorprendentemente bien a la vida fuera de tu comunidad... de no ser por esos pequeños detalles, ni me habría dado cuenta...
Pero si realmente se estaba todavía adaptando a la tecnología moderna, no podría esperar que se manejara lo suficientemente bien como para mantener una correspondencia via email... habria que recurrir a un metodo un poco menos avanzado.
- He cambiado de idea. - rectificó sacando de su bolso una pequeña libreta y un bolígrafo (que siempre llevaba encima por si acaso, aunque casi todo al final lo acababa anotando en el movil) - Te dejaré mi número de teléfono móvil. - arrancó la hoja donde la apuntó y se la dió a Jubileus. - Suelo llegar del trabajo entre las 19:30 y las 20:00 horas, esos son los mejores momentos para llamarme. Si necesitas ayuda con temas de ordenadores yo te puedo aconsejar, podría decirse que soy una experta en el tema.
Ya con el deber cumplido, se inclinó por última vez a modo de despedida.
- Hasta que nos volvamos a ver. - se despidió, emprendiendo a continuación el camino de vuelta a casa.
- OOC:
Off-rol: Realmente creo que la trama ya no da mucho más de sí. Si te parece bien, podemos cerrar el tema cuando postees tu respuesta, a menos que tengas algo más en mente
Eri Misaki- Policia
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
Esperaba la peor de las reacciones posible por parte de la contraria, un poco exagerada por parte de Jubileus quizá, y sin embargo lo que recibió la dejó completamente en blanco por algunos segundos. Al principio se sorprendió pero de repente se quedó callada como si de repente todo se hubiera vuelto lógico y corriente, la rubia que no sabía qué decir se quedó callada hasta que Eri volvió a hablar. No comprendió bien al principio lo que quería decir, mas al cabo de algunos segundos una chispa en su cerebro le hizo recordar algunas de las cosas que había observado, comunidades que se aislaban del mundo para vivir a su manera sin la contaminación de otras sociedades. Hacía mucho tiempo que existían grupos de gente que preferían vivir de esa forma, uno de los más conocidos actualmente eran los Amish que se negaban por completo a usar tecnología.
Lo primero que pensó fue en corregirla, decirle que no formaba parte de ningún grupo similar, pero entonces, ¿Qué le diría? Jubileus no era del tipo de persona que mentía a la gente, en realidad detestaba tener que hacerlo pero no quería que supieran de qué se trataba realmente así que prefirió darle la razón a la joven, eso descartaría todas las sospechas que pudiera haber sobre ella y le daría sentido a su desconocimiento de la sociedad y las pequeñas peculiaridades que solía mostrar. -Creo que me has pillado… Esperaba parecer lo más normal posible.- Respondió llevándose la mano diestra a la nuca y sonriendo con cierto nerviosismo, supuso que eso le daría un toque más creíble a la historia. Jubileus tomó la hoja arrancada que le había dado y le echó un vistazo al número antes de guardarlo, por suerte el teléfono móvil lo había dominado lo suficiente como para entender cómo se llamaba, se contestaba y también cómo se recibían o enviaban mensajes de texto. También se ofreció a ayudarla un poco con el tema de los ordenadores, eso le vendría muy bien para destacar menos y no verse en un aprieto como el que había esquivado por un pelo segundos atrás.
Ya había llegado el final de la aventura por ese día, Eri ya se marchaba a su casa y a Jubileus no le vendría nada mal tampoco regresar a su casa a descansar un rato y quizá darle unos minutos al ordenador portátil que tenía, practicar con él y todo eso. -Buenas noches y hasta la próxima- Se despidió también de la contraria y comenzó a caminar en dirección contraria, puesto que su piso se encontraba en aquella dirección, obvio ¿No? Además, cuanto antes llegase a casa antes podría abrir la tarrina industrial de helado de vainilla que había comprado, no quería que se derritiera por completo antes de poder probarlo.
Lo primero que pensó fue en corregirla, decirle que no formaba parte de ningún grupo similar, pero entonces, ¿Qué le diría? Jubileus no era del tipo de persona que mentía a la gente, en realidad detestaba tener que hacerlo pero no quería que supieran de qué se trataba realmente así que prefirió darle la razón a la joven, eso descartaría todas las sospechas que pudiera haber sobre ella y le daría sentido a su desconocimiento de la sociedad y las pequeñas peculiaridades que solía mostrar. -Creo que me has pillado… Esperaba parecer lo más normal posible.- Respondió llevándose la mano diestra a la nuca y sonriendo con cierto nerviosismo, supuso que eso le daría un toque más creíble a la historia. Jubileus tomó la hoja arrancada que le había dado y le echó un vistazo al número antes de guardarlo, por suerte el teléfono móvil lo había dominado lo suficiente como para entender cómo se llamaba, se contestaba y también cómo se recibían o enviaban mensajes de texto. También se ofreció a ayudarla un poco con el tema de los ordenadores, eso le vendría muy bien para destacar menos y no verse en un aprieto como el que había esquivado por un pelo segundos atrás.
Ya había llegado el final de la aventura por ese día, Eri ya se marchaba a su casa y a Jubileus no le vendría nada mal tampoco regresar a su casa a descansar un rato y quizá darle unos minutos al ordenador portátil que tenía, practicar con él y todo eso. -Buenas noches y hasta la próxima- Se despidió también de la contraria y comenzó a caminar en dirección contraria, puesto que su piso se encontraba en aquella dirección, obvio ¿No? Además, cuanto antes llegase a casa antes podría abrir la tarrina industrial de helado de vainilla que había comprado, no quería que se derritiera por completo antes de poder probarlo.
- Off rol:
- Claro, cerramos aquí ^^
Jubileus- Ciudadano
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
Re: En la tienda 24h [Privado con Jubileus]
TEMA CERRADO
Eri Misaki- Policia
- Fecha de inscripción : 17/09/2015
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